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¡Qué Madre es la Música!

Tendría unos siete años cuando una tarde observaba a mi madre planchar, a su costado una radio pequeña dejaba escuchar una canción...

Publicado: 2014-05-11

Afortunada la mujer, no sólo tiene la mejor condición humana, la más bella, sino también la posibilidad de concebir nuevos universos. En este día central de la madre pensé en distintas maneras de celebrarla pero, disculpen Uds., decidí hacerlo evocando a mi propia madre, al fin y al cabo, gracias a ella estoy en la música. Ahora lo comprendo. 

En mi casa siempre hubo mucha música, de parte de mis padres y de mis familiares que siempre llegaban con un pan y un disco bajo el brazo. Mi madre que en estos días está cumpliendo 25 años en la otra vida amaba la música: las rancheras, los boleros, los valses, eran lo suyo. Ahora también es parte de lo mío. Jamás me los impuso me los hizo querer, queriéndome.

No alcanzó la vida para saber qué opinaba ella de mis experimentaciones en la música cuando empezaba mi juventud; me hubiera encantado saber qué diría de lo que escribo ahora, quiero pensar que le gustaría pues si lo hago es porque deseo hacerlo, y esa era una lección de ella: haz lo que desees. La mayoría de veces escribo sobre algo que me conmueve y eso se lo debo a ella.

¿quién diablos era ese señor que competía conmigo en su atención?

Tendría unos siete años cuando una tarde observaba a mi madre planchar, a su costado una radio pequeña dejaba escuchar una canción, no sé cuál sería mi cara que mi viejita al verme así me preguntó: ¿te gusta? ¡Es Pedro Infante! Miré su rostro, estaba iluminado y me pregunté quién diablos era ese señor que competía conmigo en su atención. Ella, sabia, como todas las madres, vio mi aflicción y quiso cambiarme el ánimo contándome una historia personal, un lindo recuerdo de cuando ella era adolescente, de cuando ella llegó del norte chico con su madre, a vivir en Lima, recalando en Surquillo.

Cuando entré por primera vez al callejón, vi varias mujeres que lavaban llorando juntas, de una de las casas salía una música linda pero triste, me acerqué a una de ellas y le pregunté por qué lloraban, ella me respondió: ¿no sabes? Ha muerto Pedro Infante. Yo pensé que era un vecino muy querido y me dio tal pena que me puse a llorar también sentándome al lado de ellas, después supe que la música que sonaba esa mañana era la de Pedrito, escuché en la radio sus discos y comprendí que no había llorado por las puras”.

Tuvieron que pasar varios años para comprender lo que mi madre me transmitió esa tarde. La música es mi vida. ¡Y yo que pensaba que estaba compitiendo con otro… Infante! El Pedrito inolvidable ese. ¡Qué caray! ¡Gracias Melita por esa lección, te amo!


Escrito por

Wili Jiménez Torres

Wili Jiménez Torres de Lima (Perú) es Comunicador Social, dedicado a la música y +


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